Gayolería láctea (Año 2020)
Hoy se cumplen ocho años de la puesta en órbita de Liu Yang, primera astronauta china que en medio del delirio absoluto nacional-patriótico-propagandístico, decidió quedarse para, adquiriendo un pedazo de espacio, montar un salón de belleza y un Lawson. Los primeros años perdió dinero; pero ante la locura general de cincuenta millones de compatriotas millonarios aburridos, la marabunta ‘han’ comenzó a poblar la oscuridad absoluta que desde aquellos días ya lo es menos.
“Recuerdo cuando llegué la tremenda brillantez de la bóveda celeste. Era increíble. Un día de cielos claros llegué a ver la Gran Muralla”, me dijo Wen Liu, la encargada del primer karaoke en plena Vía Láctea, que exagerada como pocos, aprovecha la no gravedad para ganar dinero con un negocio a cámara lenta.
Yo también me decidí a vivir en el espacio. Fue hace seis meses. Cuando la primera potencia mundial, China, acabó de comprar al resto del mundo. Recuerdo a Honduras llena de cajas de noodles, a España colapsada de fábricas ilegales, a Francia embotellando vino creado a partir de agua, polvos, colorantes y virutas de madera, al presidente de las Islas Salomón hablando mandarín. Era el final. Por eso me vine al espacio, donde aunque el 95% de la población sea china, la inmensidad me hace escapar de todos éstos las veces que quiero. Porque el espacio, en el año 2020, es como internet en el 2012: aún no tiene dueño ni ley ni bandera. Aún.
Wen Liu se trajo sin avisar a dos muchachas de Xi’an y a otra de Almería. “Mira Rodrigo, yo les dije: cerrad los ojos y andad un poco. Luego las metí en mi nave, que me costó no pocos millones de yuanes -¡hasta tuve que vender mis tierras en Tíbet y Soria!- y cuando les dije que ya podían abrir los ojos, volábamos por la estratosfera. ¿A que es precioso?”.
Hace tres meses me saqué el abono: diez masajes y diez pajas por el precio de ocho. La muy cabrona de Wei quiso anular la oferta ya que en las últimas semanas han llegado al espacio interestelar como cien mil chinos más. “Que éstas se me quieren ir. Que dicen que no se adaptan. Que se les sube la tensión. Que si no hay luz natural. Así que págame más para que yo les aumente el sueldo”, me dijo. Luego pasé con la de Almería –una tal Manoli- a un habitáculo con vistas a la Luna. “A mí me sacaron de una fábrica de tomates en conserva en la Comarca de Níjar con la excusa de que no me daba prisa enlatando. Y luego el jefe, un tal Hu, me hizo la oferta. Y aquí estoy. La verdad es que no gano poco, pero así no me va a salir novio en la vida”.
Me corrí a la media hora. La falta de gravedad y la desidia cansina de Manoli hicieron el resto. Me intenté concentrar con las latas de tomate de Almería, pero su aliento desmesuradamente ajado, tiró por la borda todo intento de eyaculación. Al final tuve que hacer lo de siempre. Lo clásico. “Manoli: quítate la parte de arriba. Te doy cien yuanes extras”. El semen que brota cuando la lentitud domina el tiempo es sumamente glorioso. Manoli vio que le iba a salpicar pero incapaz que detener semejante chorro quedó manchado facialmente. Porque en el espacio sólo la vista y el cerebro mantienen su forma original terrestre. Las extremidades se ralentizan.
“Oye Rodrigo, ¿te dije que al cruzar las nubes viniendo para el espacio, me encontré con un grupo de ángeles?”, me preguntó una Manoli tremendamente beata. “Manuela: los ángeles no tienen sexo ni se interesan por las que hacen pajas”.
Antes de volver a mi terrenito de trescientos metros por trescientos me detuve en el Lawson de la astronauta Liu Yang, para increparla: “Llegaste la primera y sigues comiéndote los mocos. Mira que te lo dije: móntate una casa de masajes. Taikonauta desertora. O al menos vende cerveza japonesa, en vez de la basura esa de Tsingtao”. La verdad, no será por educación, sino porque se ha quedado tocada de tantos años espaciales, pero ni me mira ni me contesta. O eso, o es que el PCCh no le permite abrir la boca.
6 comentarios
mtm -
careto. -
C. -
Joan Soler -
..jajajajajajaja....madre mia...si no los conociésemos...
Jan Baco -
Amigo de Rodrigo S.L. -